Los excesos durante las fiestas pasan factura a nuestra piel. El alcohol, las grasas saturadas, los azúcares refinados y la poca aportación de vitaminas durante estos días se traduce en un cutis apagado, sin brillo y con espinillas. Por ello no es de extrañar que necesitemos una aportación de frescura para avivar nuestro rostro y empecemos el año con buen pie.
Voy a enseñarte a preparar una mascarilla fresca con productos de tu despensa.
Es lo que yo llamo la cosmética viva, sin conservantes ni colorantes. El poder regenerador y reafirmante que nos aportan los alimentos que encontramos en la cocina es capaz de realizar auténtica magia sobre nuestra piel. La mascarilla que te propongo te dará el shot de luz que tu piel está pidiendo a gritos.
Esta mascarilla es tan buena que se te saltarán las lágrimas.
Y no, no es un eufemismo, ya que está hecha a base de cebolla roja. He decidido utilizar este alimento porque es rico en quercetina, un flavonol que está presente en una proporción del 10% en la cebolla roja. También se conoce como vitamina P, o bioflavonoides. La quercetina, además de ser un potente antiinflamatorio, mejora la circulación de la sangre y ser un potente antioxidante, también ayuda a la absorción de la vitamina C. Es por ello que, además de la cebolla, también es interesante añadir algún alimento rico en esta vitamina.
Para conferirle textura y suavidad, le añadiremos almidón de maíz (Maizena). Este ingrediente es un básico en el mundo de la cosmética natural casera. Aporta una aspecto sedoso a la piel y la aclara. Por otro lado, facilita la absorción de la suciedad de granos y espinillas. Sin embargo, si sientes que tienes la piel demasiado sucia, puedes sustituirla por arcilla blanca, para que tu mascarilla tenga un potente efecto detox.
Por último, añadiremos aceite esencial de limón, el cual conferirá un delicioso aroma, nos refrescará el cutis y matificará las manchas. Si no dispones de aceite esencial de limón, bastará con que añadas unas gotas de limón a tu mezcla.
Como te comentaba, lo único a tener en cuenta es que el efecto de la cebolla triturada hará que se te salten algunas lágrimas (pero solo los primeros minutos), por lo que te sugiero que te la apliques y te estires en algún lugar relajadamente. Cierra tus ojos al mundo por unos 5 minutos. Pasado ese tiempo, ya no te picarán los ojos y podrás dejarla unos 10 minutos más mientras te ocupas de otras cosas. El momento de enjuagarla será cuando veas que se ha secado por completo y la piel está tensa por el efecto del almidón de maíz.
Ingredientes para hacer esta mascarilla natural:
- ½ cebolla roja
- ½ tomate de untar (muy pulposo)
- 1 cucharada sopera de almidón de maíz (maizena)
- 1 cucharada de postre de aceite de oliva
- 4 gotitas de aceite esencial de limón
Lo primero que debes hacer es disolver el aceite esencial de limón en el aceite de oliva. Añade esta mezcla junto al resto de ingredientes en una batidora y mezcla bien hasta obtener una pasta. Espárcela bien por toda el rostro y el cuello. Pasados 15 minutos se habrá secado y podrás aclararla con abundante agua templada y disfrutar de un rostro limpio e iluminado.
Un truco muy útil para aprovechar la mascarilla que te ha quedado es congelarla en cubiteras e ir descongelándola a medida que la vayas necesitando en otras ocasiones. Si tienes la cara muy inflamada, también puedes pasarte un cubito por el rostro directamente con suaves movimientos circulares, dejar actuar unos minutos y luego aclararla. Vas a alucinar con la frescura inmediata que se transmite en la piel.