Protectores solares: filtros químicos o físicos

Descubre las diferencias entre ambos y escoge el que más te convenga.

Protectores solares: filtros químicos o físicos

Protectores solares: filtros químicos o físicos

Durante los últimos años, nuestra vinculación con el sol ha cambiado radicalmente. Si bien antes no nos habíamos planteado que pudiese ser nuestro enemigo y la humanidad vivía en harmonía plena con los rayos UV, el deterioro de la capa de ozono estratosférica ha provocado que cada vez más tengamos que extremar las precauciones para evitar daños en nuestra piel. Por ello, es imperativo el uso de un protector solar. Sin embargo, en el mercado existen dos tecnologías bien diferenciadas: los filtros químicos y las pantallas solares, también conocidas como protectores físicos. En este artículo te explicamos cómo diferenciarlos.

La exposición recreativa al sol

Aunque las cifras no engañan y en el mundo hay más de 2 millones de nuevos casos de cáncer de piel no melanoma y 200.000 casos de melanomas malignos cada año -la mayoría de ellos provocados por el sol-, nuestra relación con el astro rey es difícil de comprender.

Por un lado, se nos repite incansablemente que no debemos tomar el sol en las horas de máxima radiación solar -entre las 12h y las 16h-, ni en el mes de julio. Sin embargo, la exposición recreativa al sol sigue siendo la actividad principal de muchas personas en verano. Asimismo, se ha demostrado que la piel tiene memoria y la insolación acumulada a lo largo del tiempo es un factor decisivo para desarrollar enfermedades de la piel.

Las radiaciones UV

El efecto cancerígeno de los rayos ultravioletas (UV) se relaciona con su longitud de onda. Existen diferentes tipos de rayos ultravioleta: A, B y C, los cuales pueden presentar una longitud de onda de 100 nm a 400 nm (nanómetros=1 mil millonésima parte de un metro). Es una energía o espectro que es imperceptible por nuestros sentidos.

La radiación UV-A (ultravioleta A) tiene una mayor longitud de onda que la UV-B. Los rayos UV-A penetran con más facilidad en nuestra piel provocando envejecimiento y mayor riesgo de melanoma. Representan el 90-95% del total de rayos UV.

Por suerte, la atmósfera es capaz de bloquear un 77% de los rayos UV, cuando el sol está más alto en el cielo. De toda la radiación UV que consigue llegar a la tierra, más del 95% son radiaciones UV-A, las de onda más larga. El resto son UV-B. Los rayos UV-C apenas consiguen llegar. Los rayos UV-B que permanecen después de atravesar la atmósfera dependen mucho de las condiciones atmosféricas. En aquellos días parcialmente nublados, los rayos UV-A y UV-B se dispersan en los parches de cielo azul.

Así como los rayos UV-A penetran con más facilidad y causan envejecimiento y mayor riesgo de melanoma, los rayos UV-B y UV-C (casi inexistente) se quedan en la superficie de la piel, causando quemaduras solares. Básicamente son el espectro ultravioleta B y C de los rayos solares los que más inducen al cáncer de piel, puesto que pueden causar daños en el ADN celular y provocar mutaciones. Son responsables de los cánceres de piel no melanoma, de las capas más superficiales de la epidermis.

Tipos de protección solar

En el mercado actual existen varios tipos de protectores que se comercializan en multitud de formatos: cremas, sprays, lociones, barras sólidas, aceites, incluso pastillas. Los protectores son necesarios, pero algunos tienen inconvenientes: muchos bloquean los UV-B (evitan quemaduras solares) pero no los UV-A (más relacionados con el melanoma). Por ello, parecerá que no nos quemamos tras una larga exposición solar, y sin embargo hemos absorbido radiación UV-A. Actualmente, ya existen en el mercado productos que, además del factor FPS, también marcan en sus envases si protegen contra UV-B y UV-A. Suele aparecer “UVA” en un círculo, para señalar que se trata de una protección de amplio espectro.

Respecto al método, existen dos tipos de protección básica: los filtros químicos (orgánicos) y los filtros físicos (minerales u inorgánicos). Los primeros están causando mucha controversia, ya que pueden ser causantes de alergias, dermatitis y otras enfermedades más graves.

A raíz de un artículo publicado en la American Medical Association, la prensa se ha hecho eco de que penetran en la piel y bloquean la acción de los rayos UV desde el interior del organismo. En la investigación se aplicó un protector a varias personas y vieron que podían detectar restos del producto en la sangre, lo cual llevó a pensar que, a grandes dosis, podrían actuar también como disruptores endocrinos.

Esto abrió un camino para futuras investigaciones, aunque todavía no ha aparecido ningún estudio que sea demasiado concluyente. El principio de precaución ha hecho que muchas personas se decanten por lo filtros físicos, cada vez más en auge en el mercado. Se aconseja aplicar un filtro químico media hora antes de la exposición.

Los filtros físicos o minerales se preparan a partir de óxido de zinc y dióxido de titanio. Reflejan la luz del sol, por eso se les conoce también como pantallas solares. Son muy efectivos en cuanto a protección se refiere, ya que combaten tanto los rayos UV-B como UV-A con muy poco riesgo de alergias. A no ser que se trate de nanopartículas, permanecen en la superficie de la piel, sin penetrar en las capas más profundas. Tienen el inconveniente de que pueden blanquear la piel, ofreciendo un aspecto poco estético. Esto se corrige añadiendo en las fórmulas algunos pigmentos que contrarresten el tono blanquecino, como el óxido de hierro.

Ingredientes controvertidos de los protectores solares químicos

Organizaciones ambientalistas como la EWG alertan sobre ciertos ingredientes que podrían ser tóxicos para nuestro organismo y para los medios acuáticos. Este es el caso de la oxibenzona y del palmitato de retinol. Evita también los formatos en aerosol, por ser perjudiciales para el medio ambiente y porque puedes inhalar los productos con mucha facilidad.

Además de estos dos, otros ingredientes que contienen muchos protectores solares químicos y que se encuentran bajo sospecha por ser posibles tóxicos para nuestra salud y para los medios acuáticos son el ácido 4-amonobenzoico (PABA), Camphor benzaljonium methosulfate, Homosalete, Octocrylene, Ethylhexyl methoxycinnamate (octinoxate) o el PEG-25 PABA. Aunque la lista podría ser mucho más larga, éstos son bastante populares entre los filtros utilizados por las marcas más conocidas.

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