Radicales libres: seguro que si eres fan de los productos de belleza habrás escuchado estas palabras más de una vez. Detrás de ellas se esconden los agentes más responsables del envejecimiento prematuro, de la falta de luminosidad de la piel y de la pérdida de firmeza de la piel. En resumidas cuentas, los radicales libres son los mayores enemigos de la belleza de tu piel.
Y es que los radicales libres afectan a la salud de las células de la piel, provocando su oxidación y, como consecuencia, el envejecimiento. A pesar de que estos son moléculas de oxígeno, su acción negativa se ve aumentada por agentes externos, como el sol, la contaminación, la polución o prácticas poco saludables como el abuso del tabaco y el alcohol.
Pero, ¿qué son los radicales libres?
Los radicales libres son moléculas de oxígeno muy reactivas, imprescindibles para realizar algunas funciones del organismo. En este sentido, a pesar de su mala fama el cuidado de la piel, a la hora de la verdad los radicales libres son imprescindibles para mantener el estado de salud general del organismo.
Los radicales libres son inevitables y necesarios para ayudar a las células del cuerpo a saber reaccionar ante ciertos virus o bacterias. Sin embargo, si atacan con demasiada frecuencia a las células pueden comportar que estas no funcionen correctamente.
En ese momento es cuando tiene lugar el conocido como estrés oxidativo: cuando los radicales libres superan a los antioxidantes y no se pueden neutralizar por las células de la piel, momento en el que se produce el envejecimiento cutáneo prematuro.
¿Cómo afectan los radicales libres a la piel?
En este sentido, a nivel cutáneo, los radicales libres favorecen el envejecimiento a varios niveles. Por un lado, reducen la producción de colágeno y elastina, lo que reduce también la elasticidad de la piel y favorece la aparición de arrugas.
Por otro lado, oxidan la elastina y el colágeno, así como los lípidos de la piel, alterando la barrera cutánea hidrolipídica, permitiendo la evaporación del agua y haciendo que la piel esté más seca y reactiva. También participan en la sobreproducción de melanina, responsable de la aparición de manchas y, por último, se combinan con ciertas enzimas capaces de degradar el colágeno de la piel.
Factores que agravan el estrés oxidativo
Existen una serie de factores que agrava exponencialmente esta situación de estrés oxidativo. En primer lugar está la edad, que disminuye la capacidad del cuerpo para producir moléculas antioxidantes, lo que hace que la piel quede más expuesta a la acción negativa de los radicales libres.
El tabaco, la contaminación y la exposición solar sin protección, también provocan un exceso de radicales libres que afectan a la calidad de la piel. Por ejemplo, el tabaco destruye el colágeno y la elastina, indispensables para mantener una piel joven y firme. Además, hay que tener también en cuenta el efecto acumulativo ya que, los efectos del consumo de tabaco y de la exposición excesiva al sol, son acumulativos en el organismo.
¿Se pueden evitar los radicales libres?
Lamentablemente, no. Lo que sí podemos hacer es aumentar las reservas antioxidantes del organismo y aumentar las funciones protectoras de la piel.
En este sentido, es recomendable incluir ingredientes de acción antioxidante en la dieta, como frutas, verduras y legumbres. Pero también es crucial la aplicación de tratamientos protectores y antioxidantes en cabina, como la radiofrecuencia fraccionada. También es importante el uso de cremas y sérums ricos en ingredientes de acción antioxidante, como la vitamina C.
En este sentido, en lo que hace referencia a la piel, una buena rutina de cuidado facial, la limpieza regular, la protección solar y la hidratación es fundamental para neutralizar los efectos de los radicales libres. En este sentido, cuando antes empieces a cuidar tu piel, más fácil te resultará protegerte del envejecimiento prematuro de la piel.