Desde la disposición de los productos hasta la iluminación y la música, cada detalle en un supermercado está meticulosamente planeado. ¿El objetivo? Guiar nuestros hábitos de consumo y maximizar las ventas. A menudo, los clientes entran con la intención de comprar un par de artículos y salen con un carrito lleno de cosas que no tenían en su lista inicial. Esta no es una coincidencia, sino el resultado de estrategias bien pensadas que buscan influir en nuestras decisiones, a menudo llevándonos a gastar más de lo previsto. A continuación veremos cuáles son algunas de sus estrategias más utilizadas para poder tenerlas en cuenta en el momento de realizar nuestras compras.
En este entorno, la frontera entre una compra necesaria y una impulsiva se vuelve difusa. Los supermercados emplean una serie de trucos psicológicos y tácticas de diseño para hacer que los consumidores pierdan la noción del tiempo, se sientan más cómodos y, por fin, estén más dispuestos a gastar más dinero. Estas técnicas, aunque ingeniosas, también plantean preguntas sobre la ética del consumo y la necesidad de ser consumidores informados y críticos.
Qué estrategias siguen los supermercados para que gastemos dinero
Una de las primeras estrategias que siguen las tiendas es la colocación de sus productos. Los más esenciales como el pan, la leche o los huevos suelen estar colocados al fondo o en esquinas alejadas de la entrada. Esto nos obliga, como consumidores, a recorrer pasillos enteros donde nos encontramos con múltiples productos que quizás no teníamos en mente comprar. Entre ellos chucherías, productos precocinados, etc. Estos gastos extra con los que no contábamos, son precisamente los que engrosan nuestro carrito y nos hacen perder una cantidad considerable de dinero.
Siguiendo con la colocación de los productos, aquellos que se colocan a la altura de los ojos suelen ser más caros o marcas que pagan por esa ubicación. Los productos más baratos o las ofertas suelen estar en estantes más bajos o más altos, menos visibles. Es por ello que, cuando vamos en busca de un producto, tendemos a coger la primera marca que vemos sin pararnos a valorar su precio o a comparar con otros más baratos. Así, estaremos gastando una cantidad de dinero muy superior a la que podrías ahorrarte de haber cogido un producto de una marca más barata. Además, las cajas registradoras están rodeadas de pequeños productos, como chicles, chocolates, revistas y otros objetos pequeños que se pueden agregar fácilmente al carrito mientras se espera.
El uso de los colores también influye mucho en nuestras compras. Los colores brillantes y llamativos captan la atención mucho más que los neutros. Por ello, los embalajes de muchos productos suelen ser de colores intensos. La música lenta tiende a hacer que las personas se desplacen a un ritmo más pausado, pasando más tiempo en la tienda y, por lo tanto, aumentando la posibilidad de compras adicionales. Los olores también juegan un papel fundamental en nuestras compras. Pan recién horneado, café, flores frescas, etc. Estos aromas pueden hacer que el consumidor se sienta más hambriento o en un estado de ánimo propicio para gastar más.
Por otra parte, algunas de las ofertas que tienen no son tan buenas como parecen. Las ofertas en las que podemos comprar uno y llevarnos otro gratis, nos hacen pensar que estamos ahorrando. No obstante, en muchas ocasiones compramos más de lo que necesitamos sólo por la percepción del ahorro. Incluso, por descabellado que pueda parecer, hasta el tamaño de los carritos es importante. Un carrito grande da la sensación de estar vacío con pocos productos, lo que puede animar a llenarlo más.