La limpieza facial es uno de los pasos más de importantes (si no el más básica) de tu rutina de cuidado facial. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de su importancia y nos olvidamos de que es un paso imprescindible de belleza.
Cada día, la piel está se expone a los daños de los factores externos, como la contaminación, la suciedad, la polución, las partículas ambientales y los efectos de los rayos solares. Esto provoca una acumulación de impurezas en la piel que, si no se elimina en la rutina de cuidado facial, puede provocar que los poros se saturen y no absorban los beneficios de tus productos de cosmética.
La importancia de la limpieza facial profunda
Para eliminar todas estas partículas, es imprescindible realizar a diario una limpieza facial exhaustiva, mañana y noche. Esta debe ser capaz de eliminar de la manera más efectiva posible estos restos de la piel. En este sentido, la triple limpieza facial es la última tendencia para limpiar tu piel en profundidad y preparada para iniciar el resto de tu rutina facial.
Como su nombre indica, la triple limpieza cuenta con tres pasos imprescindibles para eliminar cualquier resto de suciedad, partículas y maquillaje de la piel. Se trata de una evolución de la doble limpieza coreana cuyo objetivo es cuidar la piel a un nivel aún más profundo.
La triple limpieza facial paso a paso
Para realizar la triple limpieza necesitas tres productos básicos: un limpiador sin aclarado, como un gel o agua micelar; un limpiador en bálsamo o aceite, para eliminar la piel y mantener el equilibrio del pH. Y, por último, un limpiador facial al agua, en textura espuma o gel.
Primer paso: limpieza con agua micelar
El primer paso de la triple limpieza es eliminar los restos de maquillaje más gruesos de la piel, como por ejemplo la base de maquillaje o el labial. Para ello, lo ideal es utilizar un producto sin aclarado, como un gel o un agua micelar.
Segundo paso: limpiador en bálsamo
Seguidamente, aplicamos el bálsamo o aceite facial para eliminar los restos de maquillaje más difíciles, como la máscara de pestañas. Con este paso, también eliminas partículas invisibles, como las de la polución e incluso el protector solar (que no se elimina con los limpiadores al agua). En este sentido, es el paso más exhaustivo de la triple limpieza.
Lo ideal para realizar este segundo paso es aplicar el producto con la piel seca y repartirlo con movimientos circulares, mientras el producto arrastra la suciedad. Una vez masajeado de manera suficiente, con las manos húmedas emulsionamos el producto para que sea más fácil de retirar. Enjuagamos con agua tibia para retirarlo, asegurándonos de que no quedan restos en la piel.
Tercer paso: limpiador en base agua
Por último, el último paso de esta rutina de limpieza es un limpiador facial al agua, que puede ser en espuma, gel o bien sólido. Este paso de limpieza con aclarado ayudará a retirar cualquier posible de resto de productos, impurezas o suciedad que las dos limpiezas anteriores no hayan eliminado. Además, también aportará un chute de frescura a la piel. Para este último paso, toma una pequeña cantidad de limpiador facial y crea espuma en tus manos. Luego, aplícalo en la piel húmeda y masajea suavemente con movimientos circulares. Es importante prestar atención a las zonas donde se acumula más grasa y suciedad, como la frente, las aletas de la nariz y la barbilla.
Una vez limpia la piel, aclara muy bien con agua tibia hasta que no quede ningún resto de espuma. La clave para que la triple limpieza facial sea lo más efectiva posible es realizarla sin prisa e insistiendo en la aplicación de cada producto. Cuando hayas completado los tres pasos, es muy importante seguir con tu rutina de cuidado facial habitual, que incluye un tónico, sérum y crema hidratante. El primero, tonificará la piel y reestablecerá el pH después de la limpieza y los dos últimos aportarán a tu piel el cuidado necesario según tus propias necesidades.