Llegó hace años para revolucionar el mundo de la cosmética y se ha popularizado. Podemos encontrarlo enriqueciendo cremas hidratantes o sérums, pero la última moda son los inyectables. Sin embargo, el ácido hialurónico no es un ingrediente sintético ni llegado de otro planeta, sino que se trata de un polisacárido que se encuentra naturalmente en nuestro organismo, especialmente en las articulaciones —evita fricciones—, en los cartílagos —ejerciendo una función reconstituyente— y en la propia piel —donde ejerce un efecto hidratante—.
Gracias a su capacidad higroscópica (de retención de agua en miles de veces su peso), este ingrediente se utiliza como sustancia de relleno en diferentes partes del cuerpo —como los labios—, y para devolver el volumen a algunas zonas en las que se había perdido la grasa, como los pómulos. Esta higroscopicididad es la que hace que sea tan útil en tratamientos contra el envejecimiento, pues puede reemplazar el líquido perdido en la zona de la arruga corrigiéndola visiblemente.
¿Por qué utilizar ácido hialurónico si nuestro cuerpo lo fabrica de forma natural?
Es muy posible que te estés formulando esta pregunta. Pues bien, en el proceso de envejecimiento la producción natural de ácido hialurónico disminuye. Este fenómeno es clave porque, con su decrecimiento, comienzan a producirse signos más evidentes del envejecimiento, como arrugas, líneas de expresión y pérdida de grasa en algunas zonas de la cara.
Hemos visto que una de las funciones del ácido hialurónico es la de hidratación en las capas más profundas de la piel, además de ayudar a restaurar la barrera cutánea. Una barrera cutánea dañada hará que la piel se deshidrate con más facilidad. Por ello, cuanto menos ácido hialurónico tengamos disponible, menor firmeza, elasticidad e hidratación tendrá nuestro rostro y menor capacidad de regeneración.
Tipos de ácido hialurónico
La industria cosmética suele trabajar con dos tipos bien diferenciados de ácido hialurónico en función del tamaño de la molécula: el ácido hialurónico de alto peso molecular y el de bajo peso molecular. Lo ideal es combinar ambos tipos para obtener unos resultados óptimos por dentro y por fuera.
Como su nombre indica, el ácido hialurónico de alto peso tiene una molécula más grande, con lo cual no puede traspasar a las capas más profundas de la piel. De este modo, actuará de un modo más superficial, reparando la piel en las zonas externas y corrigiendo pequeñas arrugas y líneas de expresión. Por el contrario, el ácido hialurónico de bajo peso molecular es capaz de penetrar la epidermis hacia las capas más profundas, ejerciendo un efecto de hidratación y regeneración desde el interior de la piel; estimula la producción de colágeno y repara los fibroblastos. Está más indicado en pieles más maduras.
¿De dónde se obtiene?
Debemos el descubrimiento del ácido hialurónico para uso comercial al húngaro Endre Balazs, el cual consiguió extraer esta sustancia tan preciada de las crestas de los gallos en 1942. Se componen básicamente de piel con una alta concentración de ácido hialurónico como respuesta a la testosterona. Después de tanto tiempo, hoy en día todavía sigue siendo la principal fuente de ácido hialurónico por ser la más provechosa. Además, las crestas suelen ser piezas que se desechan tras las matanza de estos animales y que, de este modo, pueden tener una función para la industria cosmética y otros procedimientos médicos para los cuales también se requiere de esta sustancia.
El ácido hialurónico en tu rutina
El ácido hialurónico lo pueden utilizar todo tipo de pieles, tanto grasas como secas y a cualquier edad. Las personas más jóvenes pueden usarlo para prevenir los signos del envejecimiento. Dependiendo del estado de tu piel, podrás comenzar con un sérum —si necesitas que este activo esté presente en mayor concentración— o con una crema hidratante enriquecida.
Un punto a favor de este ingrediente a diferencia de otros activos cosméticos es que no es fotosensibilizante, con lo que podrás utilizarlo sin problemas en tu rutina de mañana y no provocará hiperpigmentación, como podría ocurrir con el retinol y algunos ácidos (AHA).