Si estás leyendo este artículo, esperamos que no sólo lo hagas para conseguir el cutis perfecto, sino motivada por preservar tu salud, en general. Es un hecho demostrado que el alcohol no afecta únicamente a tu belleza, sino también a tu bienestar y a tu energía.
Probablemente, estés gastando cientos de euros en cremas que te prometen un cutis terso y sedoso y, sin embargo, no estés atendiendo a otros aspectos que juegan un papel primordial en la salud de tu piel: la alimentación y el consumo de alcohol.
Si alguna vez has hecho excesos con la bebida, habrás notado lo mal que luce tu rostro al día siguiente. Fíjate que hasta los franceses tienen una expresión para definir el aspecto de un cutis resacoso: «tête de bois» o «cabeza de madera».
Tras una noche de locuras, la piel nos ofrece un aspecto apagado y mortecino, debido sobre todo a la deshidratación y a la acumulación de toxinas. Sin embargo, no necesitamos realizar excesos para ser testigos de la huella que deja en alcohol sobre nuestro cutis. Un consumo regular también puede tener consecuencias a medio y largo plazo.
Efectos del alcohol sobre la piel
Al ser una toxina, es decir, un «alimento vacío» con escaso valor nutricional, como el azúcar, el alcohol acaba afectando a la función hepática, inmunitaria, y hormonal, entre otras. Ello acaba impactando en la apariencia de nuestra piel, la cual es un reflejo de nuestra salud interna.
- Deshidratación: al ser un potente diurético, el alcohol hace que perdamos mucha agua, lo cual acaba deshidratando nuestra piel. Además, no solo hace que nos «sequemos», sino que dificulta que nos podamos rehidratar a posteriori. Como consecuencia, nuestro aspecto se ve perjudicado, la piel se muestra seca, sin brillo, y más arrugada.
- Agrava el acné y la rosácea: si padeces de alguna de estas afecciones cutáneas, habrás experimentado alguna vez que, tras una noche de excesos con el alcohol, sueles presentar más brotes que de costumbre.
- Inflamación: el alcohol provoca que las bolsas debajo de los ojos se vean más pronunciadas, además de provocar que el rostro se vea más inflamado y con rojeces.
Algunos alcoholes son más perjudiciales para la piel que otros
Es lógico pensar que, cuantos más volúmenes de alcohol tenga la bebida en cuestión, peores serán los efectos sobre nuestra piel y nuestro organismo. Por lo general, los licores espirituosos son los que tienen más proporción de alcohol: el whisky, bourbon, coñac o ron.
Si padeces de rosácea, el vino tinto puede ser tu peor enemigo. A pesar de su contenido en antioxidantes, el consumo de vino no favorece en absoluto a nuestra piel. Parece ser que los riñones y el hígado necesitan más energía para procesarlo, con lo cual la piel suele inflamarse y enrojecerse.
Algunas bebidas alcohólicas claras, como el vodka, la ginebra o el ron blanco, contienen menos aditivos y pueden ser procesados por nuestro organismo con mayor facilidad. Por ello, son los menos perjudiciales para la piel, aunque no por ello dejan de ser dañinos para nuestra salud.
Qué ocurre si dejas de beber alcohol
En poco tiempo, comprobarás que tu rostro luce más lustroso y precisa de menor hidratación. Si además acompañas la eliminación del alcohol con un aumento del consumo de agua, potenciarás aún más los efectos. No olvides realizar tu rutina diaria de limpieza facial y aplicar tu crema hidratante. El cambio te sorprenderá.