En el entorno de la familia, muchas veces surge la necesidad o la oportunidad de alquilar una vivienda a un ser querido. Ya sea para ayudar a un hijo que se independiza, para darle uso a un inmueble que se encuentra vacío o cualquier otro motivo, el alquiler entre familiares es una práctica común pero que requiere de ciertas consideraciones legales y fiscales. Es por ello que, con la finalidad de mantenerte informado sobre este tipo de procedimientos, a continuación te mostramos todas las claves que debes conocer sobre el tema.
Además, no debemos pasar por alto el aspecto emocional y las dinámicas familiares que podrían influir en un acuerdo de alquiler entre parientes. La informalidad puede ser una trampa peligrosa, dando lugar a malentendidos o tensiones que podrían afectar la relación a largo plazo. De esta forma, resulta esencial abordar el tema con la seriedad que merece, estableciendo claramente las condiciones y responsabilidades de cada parte, como lo harías en cualquier transacción de alquiler de viviendas.
Cómo llevar a cabo el contrato de alquiler con un familiar
Uno de los aspectos fundamentales de todo este proceso, es conocer todo el procedimiento legal que implica una operación como esta. Por lo tanto, aunque la otra parte sea un familiar, es crucial formalizar el acuerdo mediante un contrato de alquiler. Este debe incluir los mismos elementos que un contrato de alquiler tradicional: duración del contrato, cantidad a pagar, responsabilidades del arrendatario y del arrendador, entre otros. Así, evitaremos posibles malentendidos en el futuro, además de que podremos separar de forma eficaz el alquiler del apego familiar que nos une a la otra persona.
También es de gran importancia tener en cuenta las implicaciones fiscales de alquilar una propiedad a un familiar. No declarar estos ingresos puede resultar en sanciones por parte de la Administración Tributaria. El alquiler debe figurar en la declaración de la renta tanto del arrendador como del arrendatario. Ante el Estado, tenemos el deber y la obligación de ser completamente transparentes, dado que hacer lo contrario puede salirnos más mal que bien, y derivar en serios problemas económicos.
Por otro lado, en lo que respecta a los lazos familiares que nos unen, es necesario realizar una correcta gestión para que todo salga bien. Es decir, debemos evitar que la relación de arrendador-arrendatario se mezcle con la relación familiar. Por ejemplo, es necesario mantener una cierta distancia y evitar tratar temas de alquiler en reuniones familiares o eventos sociales. La comunicación es crucial en cualquier transacción financiera, y alquilar a un familiar no es una excepción. Es importante discutir abierta y honestamente cualquier tema relacionado con el alquiler, como reparaciones o retrasos en el pago.
Ventajas y desventajas
Como todo proceso económico, alquilar una vivienda a un familiar tiene sus ventajas y desventajas, que debemos conocer y valorar antes de tomar la decisión de llevarlo a cabo. Por ejemplo, alquilar una propiedad a un familiar generalmente conlleva un mayor nivel de confianza en comparación con alquilar a un desconocido. Esta confianza podría traducirse en pagos más puntuales, un mayor cuidado del inmueble y una comunicación más abierta sobre cualquier problema que pueda surgir.
La relación previa entre las partes podría permitir más flexibilidad en las condiciones del alquiler. Tal vez estés más dispuesto a permitir pagos tardíos sin penalización o a aceptar un depósito de seguridad más bajo. Del mismo modo, un familiar podría estar más dispuesto a aceptar un contrato de alquiler de menor duración que un inquilino regular. Si surgen problemas o desacuerdos, la relación familiar podría facilitar una resolución más rápida y menos conflictiva que si las partes no se conocieran. La mediación familiar podría resolver problemas antes de que se conviertan en disputas legales.
Una de las mayores desventajas es el riesgo de tensiones familiares. Un desacuerdo sobre el alquiler podría generar conflictos que afecten la relación a largo plazo. Por ejemplo, si el inquilino se retrasa con los pagos, exigir el dinero podría convertirse en una situación incómoda. La confianza y la comodidad entre familiares pueden llevar a acuerdos verbales o entendimientos «de palabra», que no ofrecen la protección legal que un contrato formal brinda. Esto puede ser peligroso si surgen problemas o desacuerdos en el futuro.
Si no se maneja correctamente, alquilar una propiedad a un familiar puede complicar la situación fiscal para ambas partes. Es fundamental declarar todos los ingresos y pagos relacionados con el alquiler para evitar problemas con la Administración Tributaria. Además, las condiciones del alquiler deben ser consistentes con las prácticas de mercado, o de lo contrario, podrías enfrentarte a sanciones.