Los términos utilizados en el mercado inmobiliario son extensos y para las personas que no son expertas es posible que esta gran multitud cause confusión, muchos de ellos significan lo mismo, mientras que otros realmente hacen referencia a cosas completamente diferentes. De allí que invertir en el sector de la vivienda, ya sea en la modalidad de alquiler o de compraventa, requiere de una correcta actualización del listado de palabras que comúnmente se utiliza.
Dentro de este universo de palabras existen algunas que ameritan una especial atención que va más allá de su propia definición, ya que por su naturaleza son términos propensos a ser confundidos por su similitud, pero que no son iguales con respecto a su naturaleza. El valor de mercado y el valor de la vivienda son términos fundamentales en el sector inmobiliario y un claro ejemplo que vale la pena analizar, por su capacidad para crear confusión.
La tasación y el precio de la vivienda
Tanto el valor del mercado como el valor hipotecario hacen referencia a un par de términos de amplio uso por parte de los expertos en el sector inmobiliario y en ellos se sustenta la actividad de los tasadores profesionales de vivienda. Para una gran cantidad de actividades relacionadas con los bienes raíces como lo son la compraventa de la vivienda, las hipotecas o simplemente el negocio del alquiler de una propiedad.
Ambos disponen de ciertas aplicaciones relativas a la compraventa inmobiliaria y en definitiva son uno de los elementos claves en la negociación de un inmueble, ya que hace referencia a un factor clave y determinante de la propiedad como lo es su precio. Lo que en definitiva los coloca como un factor de máxima importancia en la categoría de las negociaciones inmobiliarias y por supuesto en un sitial de honor tanto para compradores como para vendedores de viviendas.
La cifra del trato de la vivienda como la perfecta diferencia entre ambos valores
Nada mejor que un ejemplo para entender a cabalidad lo relacionado con este par de valores, por lo que supondremos que Ana quiere comprarle a Julia una casa ubicada en un terreno rural, que data de una construcción de hace bastantes años, pero que ha sido reformada en tiempos recientes. La misma goza de disponer de un par de plantas y demás anexos y comodidades que la hacen muy apetecible para los interesados, incluida una excelente terraza.
De allí que Ana en su rol de compradora ha propuesto un perfecto precio de 40.000 euros, pero Julia como propietaria aún de la vivienda, considera que este precio se encuentra por debajo de sus personales expectativas. Por lo que ella solicita 90.000 euros para lograr acceder a la venta de la propiedad y desprenderse de una vivienda que antes de ser de ella fue la morada de sus padres.
Dada la diferencia de precios y a la imposibilidad de llegar a un acuerdo satisfactorio, deciden contratar los servicios para la tasación de la vivienda, manteniendo la plena certeza de que en España las sociedades de tasación homologadas son las únicas que tienen permisos por el Banco de España para llevar a cabo de manera oficial la valoración de un inmueble; obteniendo un resultado de unos 60.000 euros para el valor de la vivienda de Ana.
Factores que intervienen en el precio de la vivienda
En resumen, este es un hipotético, pero claro ejemplo del valor de una vivienda y de lo que tanto el propietario como el posible comprador del inmueble tenían en mente con relación al valor de la casa. Lo que les permitirá lograr acuerdos que estén cercanos al valor de tasación elaborado por los expertos y en el cual ninguna de las partes involucradas en la operación tendrá pérdidas significativas de dinero.
Valores que aunque no dispongan de la necesaria coincidencia y que en definitiva mantienen diferencias entre lo que el comprador está dispuesto a pagar y lo que el vendedor quiere recibir por su propiedad al venderla. De allí que tanto compradores como vendedores por regla general tengan que recurrir a una sociedad de tasación para aclarar las diferencias entre el valor de tasación y el precio de la venta del inmueble.
Un precio final que toma por referencia al valor de la tasación, pero que no garantiza que sea el mismo, ya que intervienen factores como por ejemplo la premura del vendedor por deshacerse de la propiedad o del comprador por hacerse con ella. Además de los elementos emocionales que intervienen en la venta de una casa y a las diversas reformas a las cuales la propiedad haya sido sometida.