El efecto anclaje es un fenómeno psicológico que tiene repercusiones en muchos ámbitos de nuestra vida, y las finanzas no son la excepción. Este efecto hace referencia a la tendencia que tenemos las personas de basar nuestras decisiones en una información inicial, aunque esta no sea relevante o incluso sea errónea, y luego ajustar esa decisión en función de dicha referencia o «anclaje». Es como si, mentalmente, nos aferráramos a un número o concepto y lo utilizáramos como punto de partida para evaluar y comparar otras cifras o situaciones que se nos presentan.
En el ámbito financiero, este sesgo cognitivo puede tener consecuencias significativas. Desde la percepción de precios en el mercado hasta las inversiones a largo plazo, el efecto anclaje puede llevarnos a tomar decisiones menos óptimas o incluso perjudiciales para nuestro patrimonio. Por ejemplo, si nos acostumbramos a un determinado precio de un producto o servicio, cualquier incremento posterior, incluso si es razonable, puede parecernos excesivo. Del mismo modo, si comenzamos con una estimación incorrecta sobre el rendimiento de una inversión, es probable que nuestras expectativas futuras estén influenciadas por esa cifra inicial. Es esencial ser conscientes de este sesgo para poder tomar decisiones financieras más informadas y objetivas.
Así es como funciona el efecto anclaje sobre nuestro dinero
Este sesgo cognitivo, una especie de trampa mental en la que todos caemos ocasionalmente, puede influir significativamente en las decisiones financieras que tomamos. El efecto anclaje se refiere a nuestra tendencia a aferrarnos a una cifra o concepto específico y usarlo como referencia para tomar decisiones subsiguientes. Aunque la información inicial pueda ser irrelevante o errónea, nuestras mentes tienden a considerarla un «ancla», influyendo en cómo percibimos y evaluamos información posterior.
Por ejemplo, si te informan que un producto costaba 100 euros pero ahora está en oferta a 80, es probable que percibas esos 80 euros como una ganga. Sin embargo, si te hubieran dicho desde el principio que el precio era 80 euros, tu percepción sobre si es una buena oferta o no podría ser diferente. De esta manera, cuando vamos de compras, las tiendas suelen usar el efecto anclaje en su estrategia de precios. Ponen un precio original (que puede estar inflado) y luego ofrecen un «descuento», haciendo que el precio rebajado parezca mucho más atractivo. Esta técnica se usa a menudo porque las empresas saben que los consumidores se «anclan» al precio original y consideran cualquier cantidad menor como una oferta.
También se puede considerar efecto ancla la negociación de tu salario. Si estás negociando tu salario, el primer número que se propone a menudo sirve de ancla. Si el empleador sugiere un salario de 50.000 euros al año, las negociaciones futuras girarán en torno a esa cifra, incluso si vales más. Por otra parte, si inviertes en acciones, es posible que te ancles al precio inicial que pagaste por una acción y bases tus decisiones futuras en ese precio, independientemente de si el valor real del activo ha cambiado.
Para poner solución al efecto anclaje, la conciencia sobre este es el primer paso. Al ser conscientes de este sesgo, podemos cuestionarnos más activamente si nuestras decisiones están siendo influenciadas por un anclaje innecesario. Antes de tomar una decisión financiera, investiga. Si vas a comprar algo, verifica los precios en diferentes tiendas. Si estás invirtiendo, analiza la empresa y no solo el precio de su acción. Hablar con alguien de confianza o buscar asesoramiento profesional puede ayudarte a ver si estás siendo influenciado por un anclaje. No es aconsejable tomar decisiones financieras apresuradas. Darte tiempo para reflexionar y evaluar la situación puede minimizar el impacto del efecto anclaje.