De manera anual, los trabajadores se ven en la obligación de realizar la declaración de la renta a Hacienda. Es un trámite de especial importancia, puesto que se realiza con el objetivo de regular la situación financiera de cada empleado con el organismo. Sin importar si se trabaja por cuenta ajena o si se es autónomo, Hacienda siempre puede llevar a cabo una inspección si así lo cree conveniente.
De hecho, ni siquiera resulta necesario haber cometido una infracción. Las autoridades correspondientes pueden realizar una inspección simplemente para confirmar que el trabajador cumple con todas sus responsabilidades legales. Es por ello que la declaración a Hacienda es crucial para cualquier empleado residente en España.
¿Qué empleos se encuentran en el foco de atención de Hacienda?
Hacienda centra especialmente su atención en aquellos empleos en los que se estén manejando grandes cantidades de dinero efectivo. La razón principal y más importante, es para evitar que determinados negocios puedan llegar a cometer fraude fiscal. Y es que el seguimiento de la circulación del dinero en efectivo es especialmente complicado.
Para poner remedio a este problema, se llevó a cabo la creación de un Plan Anual de Control Tributario y Aduanero. Este se encuentra establecido y regulado por la Agencia Tributaria, con la finalidad de poner fin a cualquier tipo de actividad ilegal, como puede ser la circulación de dinero en economía sumergida o cualquier tipo de fraude fiscal.
Por lo tanto, en todos aquellos empleos en los que se desempeñe una alta circulación de dinero en efectivo, Hacienda prestará mucha atención. Uno de los sectores más perseguidos por este organismo es el de la construcción, haciendo hincapié en reformas y rehabilitaciones de inmuebles. Esto se debe, como ya hemos mencionado, al uso de grandes cantidades de dinero en efectivo en sus operaciones.
Entre las razones por las que Hacienda puede vigilar un empleo específico, encontramos a aquellas empresas cuyas operaciones económicas no se realicen por medio de entidades bancarias, bien sea por cobros o pagos a través de transferencias o mediante tarjetas. También se tendrán en cuenta a las empresas cuyas rentas procedan de la entrega de bienes y servicios facilitados de forma directa al consumidor final, ya que el tráfico de dinero es mucho más complicado de seguir al ser en efectivo.
Y, en último lugar, Hacienda tendrá su atención puesta sobre todos aquellos ciudadanos que dispongan de un nivel de riqueza superior al que han declarado de manera legal. Por lo tanto, hay que tener en cuenta cómo realizamos la declaración de la renta y ceñirnos a todos los límites y obligaciones establecidos por la ley. De lo contrario, las autoridades pertinentes podrán realizar una inspección y someternos a multas, juicios e incluso penas de cárcel, dependiendo del fraude cometido.
Consejos para pagar menos en la declaración siendo autónomo
Para llevar a cabo la declaración de la renta, es imprescindible disponer de toda la documentación necesaria. Esta también incluye todas las facturas de gastos realizados por el autónomo, ya que solo de esta manera podremos completar el trámite de la manera más adecuada posible.
Y es que los expertos afirman que la mayor parte de los problemas con Hacienda derivan directamente de una mala gestión con nuestras facturas. Por ello es importante disponer de cada una de ellas para realizar la declaración. Cada gasto se debe contabilizar en su documento correspondiente, es decir, en un libro de registros. En él anotaremos las cantidades de dinero pertinentes, las empresas emisoras, los datos del autónomo que recibe el dinero, la operación que se está llevando a cabo, etc.
Además, es importante informarse sobre las diferentes deducciones a las que puede acogerse un trabajador autónomo, y para ello se debe consultar la Ley de IRPF. También debe tenerse en cuenta la deducción por inversión en la actividad económica, ya que eleva a un 2% o incluso un 5% la inversión en elementos patrimoniales del negocio en cuestión. Y por último la reducción por inicio de actividad económica, que corresponde a un 20% del rendimiento neto que haya sido declarado.