Las pieles muy sensibles suelen contraer más infecciones y estar más expuestas a las lesiones y heridas. Por ello, es más fácil también la formación de costras, unas incómodas durezas en la piel que forman parte de la cicatrización de las heridas, que deben tratarse adecuadamente y, en ningún caso, arrancarlas a la fuerza.
Porque, tan y como aseguran los expertos, si te pellizcas constantemente la piel o una costra, es posible que estés lidiando con una afección llamada dermatilomanía. ¿Alguna vez has tenido ganas de rascarte las costras y rascarlas? Las costras son formaciones secas, ásperas y similares a costras que crecen sobre una herida o un área de piel dañada como parte del proceso de curación natural del cuerpo.
La crema del Instituto Español que cuida las pieles extra sensibles
Son como una cubierta protectora en la superficie de la herida, que contienen sangre seca, factores de coagulación, células inflamatorias y restos de tejido. Si bien es algo bueno y ayuda a prevenir más lesiones, algunas personas pueden sentir la necesidad de molestarlo, lo que aumenta el riesgo de infección y la posible cicatrización.
Los efectos nocivos de rascarse las costras. Pellizcarse las costras puede tener varias consecuencias negativas para el proceso de curación y la salud general de la piel. En primer lugar, perjudica el proceso de curación al quitar la cubierta protectora, lo que hace que la herida sea susceptible a irritantes externos, bacterias, y más lesiones.
Esto puede provocar infecciones, retraso en la cicatrización y aumento de la cicatrización. En segundo lugar, rascarse las costras puede provocar cicatrices más prominentes y duraderas debido al trauma repetitivo infligido en la herida y los tejidos circundantes, lo que provoca daño tisular, inflamación y la formación de cicatrices hipertróficas o queloides”.
Y es que, pellizcarse las costras aumenta el riesgo de infección, ya que compromete la barrera protectora de la piel, lo que permite que las bacterias entren en la herida abierta, lo que puede causar infecciones localizadas que pueden requerir intervención médica y pueden provocar más cicatrices o complicaciones si dejado sin tratar.”
El rascado de la piel también puede ser un trastorno también conocido como dermatilomanía. También llamado trastorno de excoriación, es cuando no puedes dejar de rascarte la piel. Es una condición psicológica caracterizada por la necesidad compulsiva de rascarse la propia piel, incluidas las costras. Se incluye en el espectro de los trastornos obsesivo-compulsivos y relacionados».
Según los Servicios Nacionales de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) de Gran Bretaña, las personas con dermatilomanía pueden incluso quitarse lunares, pecas, manchas o cicatrices para tratar de «suavizarlos» o «perfeccionarlos». No siempre se dan cuenta de que se están rascando la piel o lo hacen cuando están dormidos. Los síntomas generalmente incluyen:
- Rascarse las costras o la piel sana con frecuencia e incontrolable
Lesiones cutáneas persistentes, cicatrices o heridas debidas a pellizcos
Preocupación por las imperfecciones de la piel.
Dificultad para resistir el impulso de elegir, incluso cuando causa daño físico o emocional
Sentimientos de tensión o ansiedad antes de pellizcar y alivio temporal después
Lea también: Lo que su movimiento intestinal revela sobre su salud intestinal
Cómo dejar de picar costras
Es importante cultivar la conciencia y la atención plena es crucial. Reconoce el hábito y practique técnicas de atención plena como la respiración profunda y la meditación para controlar los impulsos y redirigir el enfoque. En segundo lugar, es esencial identificar los factores desencadenantes”.
Además, es importante comprender las situaciones, las emociones o los factores estresantes que provocan el rascado de la piel. Se pueden desarrollar estrategias para evitarlos o enfrentarlos de manera efectiva. Las personas también pueden reemplazar el hábito con actividades alternativas como apretar una pelota antiestrés, dibujar o participar en un pasatiempo que mantenga las manos ocupadas y pueda desviar la atención de tocar.