Una de las labores domésticas fundamentales es la limpieza de las prendas de vestir, no solo para oler bien o para que la ropa luzca impoluta, sino para prevenir la presencia de bacterias y virus en los tejidos. Sin embargo, uno de los errores más frecuentes al realizar esta labor es añadir mucho detergente con la creencia de que “quedará más limpio”.
Lamentablemente, ¡esto es falso! La verdad es que para que las telas queden impecables —y con buen aroma—, no necesitas agregar una excesiva cantidad de limpiador, basta con la dosificación indicada en la etiqueta del fabricante. Sigue leyendo y entérate de qué es lo que sucede cuando usas demasiado jabón en la lavadora y qué medidas tomar para obtener mejores resultados.
¿Qué pasa si se usa mucho detergente en el lavado de la ropa?
Muchísimas personas cometen equivocaciones al lavar la ropa, pero sin duda, el más típico es verter un montón de detergente. Esta mala práctica, contrario a lo que se cree, solo trae consigo desperfectos y maltrato al tejido. De hecho, especialistas en el área expresan que el abuso de jabón causa daño, manchas en la tela, puede dejar residuos del producto en las fibras e incluso las deja más rígidas que de costumbre (sin contar con el hedor que deja en la lavadora).
Cuánto jabón se debe utilizar al lavar ropa
La cantidad exacta puede variar dependiendo de la eficiencia de la lavadora, su capacidad interna, la carga de ropa que introduzcas en el tambor, y claro, la magnitud de la suciedad de cada una de las prendas.
Por ejemplo, si son de uso diario, pero se han sudado muy poco y las usaste solo un par de horas, lo idóneo es la mitad de lo recomendado en la etiqueta de instrucciones del fabricante, pero si están muy sucias, con manchas o lavas con agua dura, lo más probable es que la medida de las indicaciones del envase/bolsa no sea suficiente y debas añadir incluso un poco más.
Recomendaciones finales:
- No viertas el jabón “al ojo”: Aunque creas que es la cantidad correcta, más de una vez puedes verter más —o menos— de lo recomendable. ¡Mide siempre con una taza o cucharas!
- Separa la ropa: Todo lo oscuro debe lavarse con agua fría o templada, mientras que lo ideal para lo blanco o de color claro es el agua caliente. Por otro lado, las telas delicadas deberías lavarlas a mano y lo que esté muy sucio a un ciclo con un ciclo largo y a la temperatura más alta (igual que la ropa de cama y las toallas). ¡Clasifica y vencerás!
- Siempre lee la etiqueta de cada prenda: Si no estás seguro/a acerca de cómo lavarla, la etiqueta aclarará tus dudas. Desde la temperatura, secado, si puede aplicarse lejía y como debe plancharse.
Ten en consideración que si al final de la colada no sabes si el detergente usado fue mucho/poco, la respuesta estará en la ropa mojada tras el centrifugado. Si quedan rígidas o con residuos jabonosos (marcas blancas) ¡Entonces es primordial disminuirlo!