Las pensiones son una prestación económica que garantiza un ingreso mínimo a las personas que han cotizado a la Seguridad Social o que carecen de recursos suficientes para su subsistencia. Existen dos tipos de pensiones: las contributivas que se conceden a personas que han cotizado lo suficiente y cumplen con la edad requerida, y las no contributivas que se otorgan a personas que no han cotizado lo suficiente y tienen una incapacidad o edad avanzada.
Sin embargo, el derecho a percibir una pensión no es incondicional ni indefinido. Existen una serie de situaciones que pueden provocar la baja o la pérdida de la pensión, ya sea de forma temporal o definitiva. Entre estas situaciones se encuentran la prescripción y la caducidad, dos conceptos jurídicos que pueden afectar al reconocimiento y al cobro de las pensiones. En este artículo te explicamos qué son la prescripción y la caducidad, cómo afectan a cada tipo de pensión y qué puedes hacer para conservar tu prestación.
¿Qué es la prescripción y la caducidad y cómo afectan a las pensiones?
La prescripción es la pérdida del derecho a una pensión por no solicitarla a tiempo. La ley establece que debes pedir la pensión en un máximo de cinco años desde que tienes derecho a ella para no perderla, salvo las de jubilación, viudedad, orfandad y en favor de familiares, que no expiran nunca. Esto significa que se pueden solicitar en cualquier momento, aunque hayan pasado más de cinco años.
Por otra parte, la caducidad es la pérdida del derecho a cobrar una pensión por no hacerlo en el plazo que establece la ley. Esto puede ocurrir con las prestaciones que se pagan de una sola vez, como las indemnizaciones por incapacidad permanente parcial. La ley dice que tienes un año desde que te notifican el reconocimiento de la prestación para cobrarla. Si no lo haces, pierdes el derecho a esa prestación para siempre.
Como hemos explicado, las pensiones que se pagan de forma periódica, como las de jubilación, incapacidad permanente, viudedad, orfandad o en favor de familiares, no caducan nunca. Puedes cobrarlas en cualquier momento, aunque hayan pasado más de un año desde que te las reconocieron. Pero si las cobras tarde, solo te pagan desde tres meses antes de que empieces a cobrarlas.
Además, puedes interrumpir o suspender el plazo de prescripción y caducidad si reclamas o demandas al responsable de tu prestación. Esto puede ser el Estado, la empresa o la persona que te causó el daño o la incapacidad. Si reclamas o demandas antes de que se cumpla el plazo de prescripción o caducidad, este se para hasta que se resuelva el caso. Así puedes conservar tu derecho a cobrar tu prestación.
¿Qué hacer para evitar perder la pensión por prescripción o caducidad?
La mejor forma de evitar perder la pensión por prescripción o caducidad es solicitarla y cobrarla en el plazo establecido por la ley. Para ello, es importante estar informado de los requisitos y los trámites necesarios para cada tipo de pensión, así como de las posibles incompatibilidades o revisiones que puedan afectar al reconocimiento o al percibo de la prestación.
En caso de que se haya perdido el derecho a la pensión por prescripción o caducidad, se puede intentar recuperarlo mediante la reclamación administrativa o judicial correspondiente. Para ello, es conveniente contar con el asesoramiento y la representación de un profesional especializado en materia de Seguridad Social, que pueda valorar las posibilidades de éxito y los recursos disponibles.
En definitiva, las pensiones contributivas y no contributivas son un derecho que se puede perder por prescripción o caducidad si no se solicitan o se cobran en el plazo establecido. Por eso, es importante estar informado y actuar con diligencia para conservar la prestación y evitar problemas económicos y legales.