La seguridad social es el conjunto de medidas que el Estado adopta para proteger a sus ciudadanos frente a situaciones de necesidad, como la enfermedad, el desempleo, la vejez o la pobreza. Se trata de un derecho humano fundamental, reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Española, que contribuye a garantizar la dignidad, la justicia social y el desarrollo sostenible.
Sin embargo, no todos los países ofrecen el mismo nivel de seguridad social a sus habitantes. Existen diferentes modelos y sistemas de protección social, que varían según el grado de cobertura, el tipo de financiación, el nivel de prestaciones o el papel del sector público y privado. En este artículo, vamos a comparar la seguridad social en España con la de otras regiones y países del mundo, analizando sus fortalezas y debilidades, así como los desafíos y oportunidades que se les plantean en el futuro.
La Seguridad Social en España: un sistema público y universal con amplia cobertura
España cuenta con un sistema público y universal de seguridad social, que se financia principalmente mediante las cotizaciones sociales de trabajadores y empleadores, y en menor medida por los impuestos generales. El sistema ofrece una amplia cobertura a sus ciudadanos, tanto en el ámbito contributivo (para quienes han cotizado previamente) como en el no contributivo (para quienes carecen de recursos suficientes).
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), España alcanza una cobertura efectiva del 100% en las prestaciones por enfermedad, maternidad, paternidad, invalidez, vejez y supervivencia. Esto significa que todos los residentes en España tienen derecho a recibir una asistencia sanitaria gratuita y universal, así como una pensión pública cuando se jubilan o cuando sufren una incapacidad permanente o fallecen. Además, las personas que trabajan tienen derecho a percibir una prestación económica durante los períodos de baja laboral por enfermedad o por cuidado de hijos.
En cuanto a las prestaciones por desempleo, España también ofrece una cobertura elevada (87%), aunque inferior a la media europea (90%). Los trabajadores que pierden su empleo pueden acceder a una prestación contributiva, que depende de sus cotizaciones previas, o a un subsidio no contributivo, que tiene unos requisitos más estrictos. Asimismo, existen otras ayudas complementarias para colectivos específicos, como los mayores de 52 años o los parados de larga duración.
La Seguridad Social en Europa: un modelo social avanzado pero heterogéneo
Europa es una región con un alto nivel de desarrollo humano y social, donde la seguridad social es un pilar fundamental del Estado de bienestar. Los países europeos comparten unos principios comunes de solidaridad, universalidad y equidad en materia de protección social, pero también presentan una gran diversidad en sus sistemas nacionales.
El Banco Mundial clasifica los sistemas de seguridad social en Europa en cuatro modelos principales: el nórdico, el continental, el anglosajón y el mediterráneo. Cada uno de ellos tiene características distintas en cuanto a la cobertura, la generosidad, el financiamiento y el papel de los actores públicos y privados en la provisión de las prestaciones sociales.
Estos modelos tienen ventajas e inconvenientes en términos de eficiencia, equidad y sostenibilidad. Por ejemplo, el nórdico ofrece una alta protección social a todos los ciudadanos, pero requiere una elevada presión fiscal. El continental asegura una adecuada protección social a los trabajadores, pero genera desigualdades entre los diferentes regímenes. El anglosajón fomenta la responsabilidad individual y la competitividad, pero deja desprotegidos a los sectores más vulnerables. El mediterráneo ofrece una protección social intermedia, pero sufre problemas de fraude, evasión y corrupción.
La Seguridad Social en el mundo: un panorama diverso y desigual
Fuera de Europa, el panorama de la seguridad social es muy diverso y desigual, reflejando las diferencias de desarrollo económico, social y político entre las distintas regiones y países del mundo. Un informe de la OIT muestra que más de la mitad de la población mundial (53%) no tiene acceso a ninguna prestación de protección social, lo que implica una falta de seguridad del ingreso. La cobertura efectiva de la protección social varía según las regiones y los tipos de prestaciones, siendo África la región con menor cobertura (17,8%) y América del Norte la región con mayor cobertura (87%).
Las prestaciones más comunes son las de salud (67%) y las de vejez (55%), pero hay grandes diferencias entre los países de altos ingresos y los de bajos ingresos. Por ejemplo, el 84% de los ancianos en los países de altos ingresos recibe una pensión pública, mientras que sólo el 23% lo hace en los países de bajos ingresos. Esto revela las profundas desigualdades que existen en el mundo en materia de protección social.
En conclusión, podemos afirmar que España tiene un sistema público y universal de seguridad social que ofrece una amplia cobertura a sus ciudadanos frente a situaciones de necesidad. Sin embargo, también tiene que afrontar una serie de desafíos estructurales y coyunturales que ponen en riesgo su sostenibilidad financiera y su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades sociales y laborales. Por ello, es necesario impulsar reformas e inversiones que mejoren el sistema español de protección social y lo acerquen a los estándares europeos e internacionales.