Las cutículas abiertas son uno de los motivos principales por los que el cabello ofrece un aspecto áspero y poco saludable. Por si no lo sabes, la cutícula capilar es la parte más externa de la hebra. Está compuesta por varias capas de células de queratina que están unidas entre sí por una sustancia conocida como cemento cuticular que es lo que actúa como pegamento entre ellas y las mantiene unidas entre sí.
Funciones de la cutícula
Como en el resto de otros organismos, las cutículas, en general, son estructuras que revisten y cubren otras partes para protegerlas de agentes externos. En el cabello, la cutícula capilar actúa también como escudo protector del córtex capilar.
El aspecto que ofrecen estas células es similar al de las escamas de los peces, o al de las tejas superpuestas unas sobre otras formando un tejado. Una cutícula bien sellada es dura y no debería tener «fugas», es decir, no deberían existir células mal situadas que dejaran desprotegido el interior. Al igual que ocurriría si una teja del tejado estuviese rota o mal colocada -podría producir goteras y perjudicaría el aislamiento de una casa-, en el cabello, la mala disposición de las células que forman la cutícula también provoca daños en el interior de la hebra capilar.
La cutícula es la primera barrera de protección que tiene nuestro cabello y la encargada de ofrecer la resistencia mecánica que necesita y el sellamiento adecuado para mantener la hidratación interna de la fibra capilar.
Agentes que pueden dañar la cutícula
Existen varios fenómenos externos que pueden agredir a la cutícula, haciendo que el cemento intercelular se debilite y que las células se abran y dejen grietas entre sí. Algunos de estos agentes son:
- Exposición al sol y a los rayos UV.
- Sometimiento de la hebra a demasiado viento.
- Cepillado excesivo.
- Altas temperaturas sobre la hebra y abuso de secadores y planchas.
- Utilización de tratamientos químicos agresivos: decolorantes, tintes, permanentes, alisados…
De entre todas las causas citadas, quizás la más común sea el uso de productos químicos, pues ello puede alterar la cutícula en muy poco tiempo. Se trata de agentes químicos que están diseñados para alterar la forma o el color del cabello y, para ello, necesitan penetrar en el córtex, el cual se encuentra por debajo de la cutícula.
Consecuencias de las cutículas abiertas
Las cutículas abiertas son la causa de tener un cabello poroso. Ello significa que, por un lado, el cabello tiene más dificultades para retener la humedad, ofreciendo un aspecto seco y poco saludable. Por otro lado, los tratamientos regeneradores que apliquemos sobre nuestro cabello van a poder penetrar fácilmente hacia el interior de la hebra, pero no podrán permanecer durante demasiado tiempo porque la apertura de las cutículas hará que sean demasiado volátiles.
A nivel estético, el cabello se ve muy apagado, no solamente por la falta de hidratación que ya hemos comentado, sino por el hecho de que las cutículas no están lisas sobre la hebra, las unas sobre las otras, y por ello no reflejan bien la luz, desproveyendo del brillo natural al cabello.
Formas de sellar las cutículas
Si hemos hablado de que las cutículas están compuestas básicamente por células de queratina, una proteína que se encarga de formar una barrera que protege en interior, parece obvio que una forma de reforzar ese escudo es con más proteínas. Muchos tratamientos queratinizantes del cabello están destinados a ese fin. Por otro lado, existen productos en el mercado ricos en proteínas que ayudan a regenerar las cutículas dañadas, por ejemplo, la proteína hidrolizada de seda, de arroz o de trigo.
Truco rápido para alisar tus cutículas
Además de lo mencionado anteriormente, existen otros trucos muy efectivos para hacer que las cutículas se contraigan y se cierren fácilmente para retener la humedad en su interior: por ejemplo, aplicar productos con un pH ácido (como el vinagre) en el último enjuague del cabello; o aplicar agua muy fría.
Esta segunda opción está demostrando ser muy efectiva. Hay personas que incluso preparan un bol con agua y cubitos de hielo donde sumergen el cabello en intervalos de unos pocos segundos y después del último enjuague. Esto permitirá que las células cuticulares se contraigan y se alisen de inmediato, lo cual, en última instancia, hará que la luz se refleje mejor sobre el cabello confiriendo un aspecto brillante y saludable a nuestra melena.